La mayoría de los cristianos concuerdan que la Navidad se ha convertido en una instancia religioso-comercial, pues todos saben que la noche del 24 de diciembre es el cumpleaños de Jesús, sin embargo estas fechas se han transformados en un materialismo basado 100% en un consumismo desenfrenado, que es fomentado por las grandes cadenas comerciales.
Con el paso del tiempo, hemos perdido el enfoque primigenio de esta festividad, ya que esta época debiera ser tomada como una instancia en que dejamos un poco de lado las preocupaciones cotidianas y reavivamos el espíritu de solidaridad.
El verdadero sentido de la Navidad no consiste en la realización de buenas intenciones, por que estas acciones deberían ser nuestro modelo de conducta cotidiana. Muchos esperan estas fechas para recién contagiarse con el espíritu navideño, algunos logran realizar buenas acciones, otros hacen llegar a sus seres queridos los mejores deseos.
El verdadero sentido de la Navidad es recordar el nacimiento de nuestro Salvador desde el punto de vista del Amor de Dios.
La Biblia menciona en Romanos 3:23 “…que por cuanto todos pecamos, estamos destituidos de la gloria de Dios”, esto significaba que nuestra condición pecaminosa nos apartaba automáticamente de Él, por lo tanto no había solución para nuestro problema. Sin embargo, en su inmenso amor, Dios nos diseñó un maravilloso plan de salvación, que su hijo se naciera en este mundo para ser sacrificado en el altar de la vida, así lo señala el libro de Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Por esto mismo es tan importante recordar el nacimiento de Jesús, especialmente resaltando el amor de Dios que tuvo por nosotros y recordar siempre que El dejo su trono de gloria y se humanó, naciendo en un humilde pesebre. Y lo hizo para que nosotros podamos tener vida y vida en abundancia, por medio de la regeneración en la sangre de Jesús que fue derramada en la cruz del calvario, y que ese sacrificio aun está vigente.
Por esta razón, la navidad debiera ser usada como la instancia ideal de evangelización, pues crea el espacio perfecto para que el ser humano pueda entender el Amor de Dios. Los creyentes debemos transmitir este mensaje de paz y de esperanza a nuestros semejantes, potenciando nuestro lado sensible, cobrando fuerza en nuestro interior y sumergirnos en la búsqueda insaciable de la paz espiritual, que solamente en Cristo la podemos encontrar.
Al mirar la Navidad desde la perspectiva del Amor de Dios, y comprender su Grandeza y Misericordia, nos llevaría a ser agentes impulsadores de que estas celebraciones sean los medios para fomentar la solidaridad. Si realmente entendiéramos el transfondo de la Noche Buena, resaltaríamos el acontecimiento más maravilloso de toda la historia que es la Encarnación de Dios misma, para venir a sacrificarse por toda la humanidad.
Si realmente nos impregnáramos del Amor de Dios, nacería el sentimiento de poder compartir un momento de comunión no tan sólo con nuestra persona amada, sino también con nuestro prójimo. Al tener el Amor de Dios en nuestras vidas, llevaríamos consigo actos humanitarios y oportunos, como por ejemplo; visitar a los enfermos, a los discapacitados, a los desahuciados y aquellos quienes llevan una muerte en vida. Estas personas son las que realmente necesitan de nuestra compañía, deberíamos hacer un esfuerzo para poder entregarles un poco de aliento, brindarle afecto, sembrar esperanza y motivarlos para que puedan seguir luchando por vivir, pero por sobre todo que busquen a Jesús, el es el único que nos puede llenar de esa paz que sobrepasa el entendimiento humano y nos conforta.
No hay que olvidar que también hay otros seres humanos que luchan y se esfuerzan por traer diariamente el pan a la casa, hay padres que se entristecerán por no poder celebrar una Noche Buena como quisieran, y habrá niños quienes sentirán que en esta navidad el “viejito pascuero” no fue justo con ellos. Debemos detenernos un momento para pensar, y comprender lo afortunado que somos, reconociendo que lo que tenemos es por Misericordia de Dios, al ser agradecidos de Dios, podemos dar de lo que por gracia hemos recibido, de esta manera conoceremos el verdadero sentido de la Navidad.
Debemos pedirle a Dios que nos llene de humildad y de unidad para que en esta Navidad sea un momento de reconciliación y de perdón. Busquemos la paz primeramente con Dios, de decirle que como humanos hemos fallado. Nosotros debemos aprender a pedir perdón, especialmente a Dios, y en base a ese perdón divino poder perdonar de corazón a quienes algunas veces nos ofendieron. Para así, una vez sin “ataduras”, poder darle las gracias a Dios por todas sus bondades y por todas sus misericordias hacia nosotros.
Cuando llegue fin año, nuestra mente debe estar enfocado en fijarnos metas: “Hoy quiero ser mejor persona, quiero comenzar por vencer mi propio orgullo, quiero valorarme más, respetar mi vida, mi entorno y cuidar el Medio Ambiente”.
Cuando suenen las 00 de la noche y comience el nuevo año, la gran mayoría de las personas empezará a dar los abrazos de año nuevo, pues dar abrazos no cuesta nada. Pero si esta vez, en lugar de salir corriendo a abrazar al primero que se nos cruce, he hiciéramos una oración y le diéramos primeramente un abrazo sincero a nuestro Creador, agradeciéndole por todo y pidiéndoles que nos llene de su amor.
Una vez empapados de ese amor, tendríamos la capacidad de dar un verdadero abrazo, ese cálido abrazo que nos eleva nuestra autoestima y además nos une, ese abrazo que nos aleja el rencor y nos permite disfrutar de estas celebridades. Solo con el amor de Dios en nuestros corazones, este abrazo cumple la función de unirnos y de olvidar rencillas pasadas.
Deseo de todo corazón, que esta celebración de Navidad y Año Nuevo, Dios nos llene de su Amor, y podamos tener esperanza y fe. Que este 2012 sea el comienzo de una vida mejor, yo los invito a que sepamos aprovechar a nuestras familias, que valoremos a nuestros amigos y nos preocupemos por nuestros seres queridos.
Quisiera que todos mis lectores tengo una Navidad inolvidable, que esta celebración sea llena de dicha, de cariño y de felicidad para todos ustedes. Es mi deseo que el amor, la paz y la gloria de Dios reinen en vuestros hogares y los colme de bendiciones en este Año Nuevo que está por comenzar.
El año 2011 no ha sido un buen año, rodeado de tragedias y momentos difíciles, es por eso que espero que la felicidad de este Nuevo Año sea la iniciación de un año de éxito y bienestar, deseo que el año 2012 sea mejor que el 2011 y peor que el 2013... Es por eso que mi intención es que Dios los pueda bendecir grandemente y que nuestros hogares se ilumine de amor, paz y prosperidad.
Que Dios les Bendiga y nos veremos el próximo año con una nueva nota.
José Luís Sepúlveda
Cristiano Pentecostal