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Talca, Región del Maule, Chile
Me describo como un tipo común y corriente, sincero, humilde, auténtico, original, carismático, con sentido del humor, etc. Tengo mis ideas súper claras, en resumen creo ser una buena persona que no anda aparentado ser lo que no es. Soy una persona tan común y corriente como cualquiera de ustedes, con las mismas debilidades y errores. Al igual que la mayoría, también me cuesta orar y leer la Biblia, pero siempre hago el esfuerzo por intentar llevar una vida de integridad en obediencia a Dios. Mi vida es el ministerio y el ministerio también es mi vida, no podría separarlos jamás. Yo soy esto, soy un hombre común y corriente que sirve al Señor. La única diferencia con algunos otros, es que lo muestro, nada más. No trato de ser correcto, ni de hacerme el espiritual. En todo caso, soy espiritualmente normal.

lunes, 1 de octubre de 2012

Sentido y Crisis: Cristianismo eterno en tiempos adversos

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En nuestro tiempo, la historia de la iglesia primitiva y de los mártires es un relato. Digo relato, pensando en que ya no está en la posición de esa historia que se recuerda y rememora constantemente. De hecho, son pocas las iglesias que enfatizan la importancia de los orígenes del cristianismo; es mejor eludir el tema, porque los mártires es cosa pasada, de un tiempo diferente, y hoy estamos muy lejos de llegar a eso. ¿Quiénes eran los mártires?

Es sorprendente leer a hombres como Ignacio de Antioquia y Justino, que veían la muerte como un honor: pensaban que así podrían ser como Cristo, es decir, que seguían sus pasos. Y aun en la Biblia encontramos casos como el de Esteban, que muere apedreado proclamando en evangelio. En periodos previos a la Reforma protestante, también encontramos individuos que sufrieron la muerte de maneras terribles, por confesar el evangelio.

¿Pero para qué recordar todo esto en un tiempo en que nadie nos va a poner en un coliseo romano para jugar al tigre y la presa, en que nadie nos va a lanzar a una hoguera? Y por eso el concepto delmartirio queda como un feliz acontecimiento mediante el cual nosotros recibimos las facilidades y bienestares de los que gozamos hoy. Y se dice: gracias a ellos, hoy somos lo que somos.

Estamos en una época en que tal vez la mayor pregunta del hombre sea “¿Cuál es el sentido de la vida?”. Era en la que estamos influidos por la cultura del mall, del consumismo, individualismo, relativismo, la televisión, la hiper informatividad de internet, las múltiples opciones de fe desde las animitas hasta el budismo, y un largo etcétera… y tal vez la pregunta de muchos creyentes hoy  es “¿qué sentido tiene ser cristiano?”

La crisis de sentido ha configurado a un ser humano sediento, que busca constantemente un rumbo, pero que sabe que no lo encontrará porque todo es relativo. Ante la imposibilidad de los absolutos, lo único que queda es buscar sustitutos que sacien el ansia de sentido. Y para muchas personas de hoy, el cristianismo no es más que uno de los tantos sustitutos de sentido. Y cuando hablo de cristianismo, me refiero a todas las confesiones. Pienso en el católico a su manera, en el pentecostal que se pone la corbata para ser considerado socialmente, en el músico de la iglesia emergente que se arregla para caerle bien a las chicas, etc. Para todos ellos, y muchos otros, que ven a sus iglesias como una puerta de entrada social, el cristianismo no es más que un mero sustituto pragmático en su necesidad de seralgo en este mundo.

Cuando pensamos que ser cristiano tiene sentido, implícitamente estamos diciendo que puede haber otras cosas que tienen  sentido, y que hay otros sentidos; con esto colocamos al cristianismo al nivel de cualquier otra creencia. Entonces ¿Cuál es la mayor virtud del cristianismo, si nosotros mismos lo integramos en un gran abanico de posibilidades? Ser cristiano tiene tanto sentido como amar un equipo de futbol o un partido político.

Y entonces vale la pena retomar la historia de los mártires. ¿Qué es lo que motivaba a estos sujetos? ¿El cristianismo sólo tenía sentido para ellos, tal como habría tenido sentido creer en Zeus, Cronos, Hermes o el glorioso imperio romano? Si es así, sus muertes no valieron la pena.

La iglesia ha cometido el error de mostrar al cristianismo como aquello que puede dar sentido a la vida del ser humano; y esta es la mayor de las relativizaciones: el mayor pecado de la iglesia moderna.

Los tiempos en la tierra siempre han sido adversos. No sólo cuando matan a los creyentes, sino también hoy, cuando los creyentes asesinan su propia fe. Y por ello este es un tiempo adverso. La iglesia predica el sentido de ser cristiano a la gente que no encuentra sentido, pero no predica a Cristo –me refiero al Eterno, no al Dios farmacia de hoy-.

Urge recuperar el concepto de martirio. Se nos ha velado una parte de la realidad cuando se dice que los mártires son los que mueren por la causa de Dios. Ser mártir es mucho más. Mártir significa testigo. La antigua forma de ser testigo de Cristo era entregar la vida. ¿Cuál es la forma moderna de ser testigo? Tal vez sea demostrar que el cristianismo no da sentido a nuestras vidas; acaso ser cristiano no tenga sentido; sino que Cristo es el sentido del hombre.

Necesitamos mártires para hoy: testigos de Cristo, de que él es la razón de ser y destino del hombre, él mismo es la vida; él es el evangelio –como diría Piper-, que no debemos creernos cristianos sinoestar en Cristo –como gustaba decir Pablo-. Mártires que testifiquen con su vida no que su fe les da sentido, sino que Cristo es el sentido mismo de sus vidas.

Luis Aranguiz K.

jueves, 27 de septiembre de 2012

"Bienaventurados los conformes y sumisos, porque ellos no tendrán problemas"



¡Jesús fue (y es) todo un ejemplo de indignación! Jesús mismos nos llama a unirnos solidariamente con los indignados de nuestro siglo. Lejos de ser un modelo de tranquilo conformismo, Jesús nos da un ejemplo de la más radical criticidad, incluso contra las autoridades religiosas y políticas de su nación. Esto lo ejemplificó Jesús en toda su vida. Sin duda él amaba a los fariseos y saduceos, pero no fue "amable" (en el sentido moderno burgués) con ellos. De hecho, los insultaba una y otra vez.  Según los evangelios, Jesús les dijo a los judíos, "Ustedes son hijos de su padre el diablo" (Jn 8:31,44); son "generación de víboras" y convierten la gente en "hijos del infierno" (Mt 23:15). Al rey Herodes le llamó "aquella zorra" (Lc 13:32) y a los escribas y fariseos, ¡con cuántos insultos los agredía! En un solo discurso mateano (Mat 23; cf. 6:1-3; cf, Lc 11:39-52), Jesús los tilda de vanidosos y pretenciosos, hipócritas (repetido siete veces, para mayor énfasis), devoradores de casas de viudas, insensatos, necios,  guías ciegos, sepulcros blanqueados, serpientes y generación de víboras. Aun a su discípulo Pedro Cristo lo llamó "Satanás" (Mt 16:23; Mr 8:33; o agente de Satanás, que también era insulto).

Podemos notar aquí también que el Jesús se enojaba ante la injusticia, la falsedad y el pecado. Nunca se enojó por interés propio, por lo que le afectaba en lo personal. Ante el juicio totalmente injusto con que lo condenaron, no abrió su boca. Pero cuando sanó a un enfermo y los fariseos, indiferentes al sufrimiento humano, se dedicaban a ponerle trampas legalistas, vemos a Jesús "mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones" (Mr 3:5). Y a los mismos discípulos, cuando impedían a los niños venir a él, "se indignó" (Gr aganaktew, enojarse). A veces el pecado no consiste en enojarse sino precisamente en lo contrario, en no enojarse. Un Jesús incapaz de enojarse ante la injusticia no sería nada convincente, ni sería Hijo de Dios.

Hay una paradoja muy significativa en las relaciones humanas de Jesús. Se pronunció a favor de los pobres ("Bienaventurados ustedes los pobres") pero era hostil contra los ricos ("Ay de ustedes ricos", Lc 6:20,24; cf. Mt 19:23-26; Mr 12:41; Lc 16:19; 18:23; 19:8-9). Para "los despreciados" (publicanos, adúlteras, rameras, pobres) Jesús tenía sólo palabras compasivas, de comprensión y perdón, mientras a "los de mayor estatus social" (ricos, fariseos, sacerdotes, escribas), cuesta mucho encontrar palabras que no sean severas y, reconozcámoslo, a menudo insultantes. Ni al gran maestro Nicodemo le mostró deferencia alguna. Una paradoja similar marca la figura de Jesús como Príncipe de Paz, pero que no había venido a traer paz a la tierra sino espada (Mt 10:34):

Aunque Jesús critica a la iglesia de Éfeso por haber perdido "el primer amor", en seguida (¡qué paradoja!) les felicita por "aborrecer las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco" (Ap 2:4,6). En efecto les dice, "Ustedes han perdido el primer amor, y por eso son una iglesia caída e infiel, pero por lo menos una cosa buena tienen, que aborrecen...conmigo, como yo aborrezco". (Nunca dice que aborrece a los nicolaítas mismos, sino a la doctrina y las obras de ellos). El Jesús de las cartas a las siete iglesias, y del Apocalipsis en general, es un Jesús indignado con la indignación de su amor.

Nota Completa:
http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/356/Default.aspx

jueves, 30 de agosto de 2012

Las Iluminadas, ¿problema o desafío?



Ya llevamos casi un mes presenciando un debate mediático que se ha producido en torno al fenómeno humorístico del momento: “Las Iluminadas”, de Kike Morandé. ¿qué son estas iluminadas? Creo que esta pregunta es fundamental. Se trata de show producido en horario adulto, en “Morandé con compañía”, que muestra a dos mujeres, Eva y Angélica, cantando el corito “tengo gozo en mi alma” con un pandero, reprendiendo demonios de homosexualidad, espíritu de lesbianismo, promiscuidad, obscenidad, etc. Además, hacen extraños movimientos que parecen danzas extáticas.

El debate empezó cuando algunos evangélicos dijeron: “se están burlando de nosotros”. 

Entonces se produjo una serie de denuncias por este programa a la CNTV, señalando que las Iluminadas se burlan de la cultura evangélica. Se dijo que estaban provocando el bullyng a personas evangélicas, y entonces se abrió una discusión que se está difundiendo en muchos programas de la televisión abierta.

Quiero centrarme en el concepto “Iluminadas”. Estoy de acuerdo con mis hermanos en que se trata de un show que caricaturiza muchos elementos de la cultura evangélica chilena. Pero quiero purificar el concepto. No caricaturizan “lo evangélico”, sino solamente “lo pentecostal”. Las Iluminadas son una respuesta mediático-cultural al pentecostalismo, ¿por qué? ¿Es sólo una burla, y nada más?

Quiero dejar de lado los efectos de este show, para enfocarme en la razón de su existencia. Y la razón que veo, es que los pentecostales han poblado el imaginario religioso de Chile desde sus propios comienzos. El propio Willis Hoover en 1909 fue víctima de la burla y el escarnio público en los medios de comunicación de su tiempo. El avivamiento se registró en diversos diarios que lo ridiculizaron delante de todo Valparaíso, por las extrañas manifestaciones que se veían. Un primer punto a considerar, entonces, es que no estamos frente a nada nuevo. Un segundo punto, es que Hoover no reaccionó de manera negativa, sino que aceptó la burla como parte del proceso de consolidación. A juzgar por sus escritos, parece que consideraba la burla como un impulso más para seguir adelante con fuerzas renovadas.

La cultura pentecostal chilena es tierra fértil para la burla, porque las manifestaciones espirituales que propicia son desconocidas para el público. Un pentecostal que ve a una persona danzando o hablando en lenguas la entiende porque está acostumbrado a eso, y además tiene su Biblia para afirmar que aquello es normal. Pero una persona que nunca ha visitado una iglesia, y de pronto se encuentra con eso, sólo puede tener dos reacciones ante tan extraño evento: asustarse, o reír. Y efectivamente, pienso que esto sucede con las Iluminadas. Están riéndose del pentecostalismo sencillamente porque no lo conocen. Y a diferencia de cien años atrás, tienen la televisión a su disposición para montar la burla.

¿y qué pasa con los pentecostales?

De partida, el pentecostalismo ha moldeado lo que se entiende por ser “evangélico” en Chile, y sabemos por las estadísticas que el número de pentecostales en relación al resto de los evangélicos es de un 80%, lo cual significa básicamente que son la mayoría dentro del segmento religioso. Un chileno promedio que escucha el concepto “evangélico”, no va a remitirse a iglesias como la presbiteriana, luterana, aliancista, bautista… va a pensar de inmediato en el punto de predicación que lo despierta a las 9 de la mañana del domingo o en los diversos predicadores de plaza de armas. Va a pensar en una guitarra, una mandolina; en una señora con falda, y en un caballero con terno y corbata ajustada al cuello.

Así, el mundo evangélico en Chile está nuevamente dividido. Por una parte, los pentecostales dicen “este show se burla de la iglesia evangélica”, pero las iglesias evangélicas con creencias no pentecostales dicen “de mi no se están burlando”. Y es entonces que se produce el problema de las mayorías y minorías dentro de nuestro propio núcleo. Los evangélicos no pentecostales critican con aspereza el accionar de los pentecostales y señalan que es mejor apagar la tele y listo, y en cierto modo tienen razón.

Pero los pentecostales no pueden soportar la burla, porque les han tocado lo que es más sagrado para ellos. El pentecostalismo chileno se define a sí mismo a través de las manifestaciones carismáticas originadas por el mismo Dios. Es como si le quemaran el Corán al musulmán y lo mostraran en la televisión como un chiste en un programa que realmente parece una cloaca, en palabras de las Iluminadas. Es como tirar lo divino a un foso séptico.

Creo que el problema central de los pentecostales acerca de este tema está en el discurso, y nada más que eso. El discurso es poco articulado, se confunde entre sus ideas, y le achaco la culpa a una historia de cien años, cien largos años en que los pentecostales se negaron a pensar, a construir pensamiento; y ese error, horrible error, le ha pasado la cuenta a esta generación. No hemos sabidodar razón de nuestra fe, como habría dicho Pedro en su primera carta.

Este conflicto, bien encaminado, servirá para eso; es una lección para empezar a trabajar en un discurso sólido, que sepa hablarle al mundo acerca de lo que creemos sin temor a las cámaras, pero también con respeto y altura de miras. Las Iluminadas es una foto de  la punta de un iceberg enorme que los pentecostales siempre han tratado de esconder: el escapismo del mundo. Esto es una propuesta: una cultura que le lanzó un desafío a un pueblo, para que ese pueblo aprenda a hablar, a pensar, y a reflexionar en el más profundo sentido de esa palabra: mirarse a sí mismo sin temor del otro, y conocerse para darse a conocer. 

viernes, 24 de agosto de 2012

Evangelización universitaria, el desafío posmoderno


Como siempre he hecho, sugiero que para entender BIEN esta nota y comentarla, se la lea completa. Esbozaré algunas impresiones que he concluido últimamente acerca del concepto de “evangelización”, y el de “universidad”, para luego traerlos al contexto de la era filosófica en la que estamos, la posmodernidad.

En primer lugar, hablemos de evangelizar. Personalmente me parece un concepto muy claro, pero a la vez desconfío de la interpretación que se le ha dado a través de la historia. ¿Qué es evangelizar? ¿Es realmente sólo “salvar almas”? La idea bajo la cual hemos sido formados muchos de los cristianos evangélicos de Chile es  la de que debemos predicar para salvar almas para Cristo. Sin duda, esto ha sido herencia del evangelicalismo anglo-americano del siglo XIX-XX. Pero, ¿es esa interpretación completa? No hablo de si es correcta o no, porque evidentemente tiene ribetes acertados, pero ¿es integral? Esta idea de “salvar almas”, tiene su origen en un dualismo que separa al hombre en dos grandes polos: el cuerpo, y el alma. Dualismo que, a su vez, es herencia del escolasticismo católico romano. Los evangélicos chilenos, entonces, estamos influidos por un concepto dicotómico del ser humano, y por eso tenemos internalizado en nuestro pensamiento la idea de que “debemos salvar almas”. Es entonces cuando percibo un vacío teórico. ¿Sólo debemos predicarle a las “almas”? se considera “alma” como la interioridad del ser humano, como su “corazón”, concepción my ligada a la emocionalidad, en este marco dualista. Pero el concepto de “corazón-alma” que nos brinda la Biblia es mucho más amplio del que hemos recibido. No daré pruebas porque no hay espacio para eso (si alguien las quiere, se conversan por interno), pero es totalmente verídico afirmar que el concepto de “corazón” que la Biblia nos enseña no es sólo referido a las emociones, sino también a la “mente” o razón humana. Baste recordar versículos en los que se señalan enunciados como “y pensó en su corazón”. Entonces, ¿evangelizar significa sólo predicar al sector emotivo del ser humano? Evidentemente, no debiese ser así. Pero hemos separado “razón” de “fe”, demonizando la primera, y privilegiando la segunda, cuando en realidad ambas cosas conforman la completitud del hombre creado a imagen y semejanza de Dios. Si la razón fuera negativa, tal como se nos ha enseñado, El apóstol Pablo Jamás habría hecho todo lo que hizo; sus cartas son un emblema del bueno uso de la razón.

El fundamentalismo en el que hemos sido formados, nos ha impedido ver las bondades de la razón santificada por el Espíritu Santo para la gloria de Cristo y del evangelio. El mismo apóstol mencionado se enfrentó a los griegos en Atenas (Hchs. 17), y les predicó con un uso brillante de la razón, tal como ellos exigían.

Ahora, pasemos al concepto de “universidad”. La universidad ha sido el contexto en el que el ser humano ha desarrollado su razón a lo largo de toda la historia. Es el sitio donde las mentes se cultivan, en que la razón halla las fuentes de su deleite. Con la llegada de la ilustración y la modernidad, las universidades llevaron a los límites el amor a la razón como máxima fuente de iluminación, y luego la fe fue sistemáticamente desplazada. Esta corriente de pensamiento, que es la que gobierna nuestro mundo occidental hoy, fue la que implícitamente colaboró con la difusión de esta aparente dicotomía entre razón/fe. De este modo, los movimiento evangélicos viendo en la razón un peligro, configuraron el siguiente esquema dicotómico de la realidad, que es el que heredamos nosotros: razón-carne-mal-mundo/fe-espíritu-bien-cristianismo, situándose la razón en los polos más cercanos al pecado humano.

¿y qué sucede hoy? En este momento Chile está siendo testigo de una innumerable cantidad de grupos evangelísticos, y algunos de ellos han puesto sus pies en las entradas de las universidades. Pero como se ha expuesto, muchos de ellos van a las universidades con la consigna “salvar almas” y han olvidado “salvar mentes”. Así, los estudiantes universitarios que son “evangelizados” ven a estos grupos como un conjunto de fanáticos locos e irracionales que se consideran a sí mismos profetas, y en vez de tomarlos en cuenta, usualmente los ignoran o peor, se burlan de ellos. A su vez, los miembros de estos grupos se sienten burlados, pasados a llevar, y configuran en sus imaginarios un concepto de “martirio por la causa de Cristo”, cuando en realidad NO es así. El hecho de que seamos despreciados no es por la causa de Cristo, sino por nuestros conceptos errados de lo que es “evangelizar”. Si la universidad es la casa de la razón iluminista y moderna, y si aceptamos el mandato de Cristo como lo comprendió Pablo, sabríamos que la mejor forma de evangelizar en las universidades es precisamente predicándole a las mentes de los estudiantes. Esto, indudablemente debe estar conectado con la evangelización de los afectos, porque de otra manera caeríamos en un evangelismo humanista y nos alejaríamos del concepto Bíblico.

Ahora, ¿qué significa que estemos en la era posmoderna? Básicamente dos cosas: que los modelos colectivos están fracturados, es decir, la gente ya no confía en las grandes cosmovisiones como el comunismo, el capitalismo, e incluso el cristianismo, puesto que en la modernidad muchos de los modelos fracasaron; y en segundo lugar, estamos presenciando un gran crecimiento de la fe de las personas, pero no en Cristo, sino en cualquier otra religión, lo cual implica que el cristianismo está en serios problemas puesto que ha perdido credibilidad. Sólo miremos la desconfianza de la gente en la Iglesia Romana, y siendo autocríticos, miremos también la desconfianza de la gente en el modelo evangélico.

Si consideramos que las personas de la universidad están influidas por esta clase de cosmovisión, no podemos llegar a ellas con un mensaje totalitarista, fundamentalista, irracional y arbitrario, porque en vez de escuchar lo que podemos decirles sobre Cristo, nos ignorarán. Entonces, muchos optan por evangelizar a las personas que ven llorando tristes sentadas en un asiento, por medio de las emociones quebrantadas, pero dejan de lado al resto de personas “racionales” que también necesitan del evangelio. Nos convertimos en predicadores de/a las emociones.

Y este es el error de evangelismo universitario actual: predicar demasiado, pero sin efectividad. Predicarle a las emociones de la gente, pero no a sus mentes. Si consideraramos bien el concepto bíblico de “corazón” entenderíamos que la evangelización debe ser tanto a las emociones como a la razón de las personas. Si evangelizamos solamente las emociones, nos convertiremos en cazadores de gente inestable emocionalmente; si evangelizamos sólo la razón, caeremos en un concepto humanista.

En la práctica, estas dos cosas se hacen de dos maneras: una, predicando personalmente a los estudiantes; y la otra, es llevando lo mejor del al razón pura de Cristo (el logos de Dios, la palabra, la razón),  a las aulas de la universidad. Recordemos que no solamente tenemos un corazón nuevo, sino que también tenemos La Mente de Cristo.

martes, 31 de julio de 2012

Batman, la deconstrucción del cristo cultural occidental



La cultura de las sombras

Algunos de mis amigos ya me han reprochado la conjunción de estos dos elementos: cristianismo y Batman. Me han señalado que es un poco “loco” establecer una relación como esa. Pero con este ensayito demostraré mi hipótesis sobre esta vinculación conceptual, y en qué ideas me apoyo para iniciar la reflexión literario-filosófica. Obviamente, acepto comentarios inteligentes sobre la propuesta que hago, y por ello sugiero leer todo el ensayo antes de escribir uno. También ofrezco disculpas anticipadas si fallo en la clara explicación de algunos conceptos teológicos o cinematográficos. No olviden que esto es una propuesta filosófico-cultural, y no una opinion de si batman es bueno o malo, feo o bonito.

Un connotado filósofo francés llamado Jean-Luc Nancy asumió la idea de que Occidente y Cristianismo eran entidades conceptuales inseparables, e incluso postula la idea de que el cristianismo se ha transformado en una lógica de pensamiento cultural que está implícita en Occidente. Una prueba de ello, por ejemplo, es la famosa expresión nietzscheana “Dios ha muerto”. Al respecto, un filósofo se preguntó: ¿en qué cultura, si no en la cristiana, se enseña que un Dios muere? Con esto daba a entender que aún la idea de la muerte de Dios de un pensador nihilista occidental está inevitablemente ligada con la noción cristiana de un Dios que muere. No ahondaré más en este aspecto porque no es el fin de mi nota, pero lo utilizaré como sustento base.

Si asumimos que la cultura occidental está íntimamente ligada con el cristianismo y que ambas son inseparables, entonces podemos suponer que este problema se produce no sólo en esferas filosóficas, sino también en la literatura, las artes y el cine. De este modo me acercaré a Batman. Los films anteriores de este personaje de comic eran cercanos al concepto del superhéroe de las historietas, es decir, se ocupaban de representar la constante lucha del héroe contra sus antagonistas. Eran películas de acción.

Sin embargo, hasta los críticos de cine se dieron cuenta que el Batman que Christopher Nolan produjo en su primera película del 2005 era diferente al de Tim Burton (dos décadas antes). Esta diferencia se hizo explicita en la segunda película de la trilogía. En “El caballero de la Noche”, Nolan trató temas que escapan largamente a una película de mera acción. Propuso a un Joker (Huasón) que era una crítica moral y política a la cultura occidental. Cierto es que esta crítica se arrastra desde la primera película (“Batman Inicia”), pero con el Huasón adquiere un matiz que separa al film de Nolan del resto de las películas de superhéroes. Es que Batman, a diferencia de Ironman, Thor, y tantos otros que han sido llevados a la gran pantalla, combaten a “los malos”, pero Batman combate “el mal”, por lo tanto, Nolan se toma muy en serio el problema del mal.

¿Qué tiene que ver todo esto con la cultura occidental cristiana?

Aislemos a Batman de su ambiente y analicemos su historia y discurso. Bruce Wayne es un muchacho que anhela ansiosamente hacer justicia en la corrupta ciudad Gótica. Durante años se dedica a entrenar para combatir el crimen. Ya de vuelta en la ciudad, adopta la figura del murciélago para hacer el bien. Él, el personaje de altos ideales de justicia, se dedica a aprender cómo opera el mal, para poder combatirlo en su medio-ambiente: la oscuridad. Ya que la justicia cívica no ejerce suficiente influencia, él se hace justiciero. Es aquí donde nos encontramos con el primer concepto cristiano. El cristianismo asume que Jesús era Dios encarnado, es decir, el Dios soberano y justo se “reduce a” carne, se despoja de su gloria, y se hace tan malo como los malos de la tierra, para brindar redención. Ya que la justicia legal es incapaz de salvar al hombre, es necesario que alguien justo se haga como losinjustos para traer orden. Ese es, precisamente, el objetivo del Batman de Nolan.

Otro concepto que puede encontrarse en su historia es el de “salvación”. Algunos enemigos de Batman atacan Gótica porque creen que la ciudad es tan corrupta que no merece existir. Esto se da en las tres películas con R’as al Ghul, El Huasón y Bane. Sin embargo, Batman los combate no por un afán personalista, sino porque piensa que Gótica aún tiene “salvación”, es decir, merece existir. No todos los ciudadanos son malos, y por lo tanto aún hay esperanza. Este punto en particular tiene bastante semejanza con el reclamo que hace Abraham a Dios cuando éste iba a destruir Sodoma y Gomorra. El tópico de la ciudad corrupta está incluso en el libro de Génesis. Lo singular es que Cristo sucede igual. Según la teología cristiana, el ser humano estaba tan corrupto que Dios debía derramar su ira sobre él; en vez de hacerlo, se produce la descensión de Cristo a la tierra porque el hombre aún puede tener “salvación”. A pesar de la maldad del ser humano, Dios le quiere salvar.

Un tercer punto, íntimamente ligado a los dos anteriores, es el del sacrificio. Bruce Wayne es un empresario multi-millonario que podría invertir su vida en muchas cosas, pero enfoca toda su vida y esfuerzo a combatir el crimen debido a sus altos ideales de justicia y bien. Dios no tendría por qué salvarnos puesto que es soberano y dueño de todas las cosas,  pero aún así Cristo se entrega por la redención de la humanidad. Wayne entrega su vida no por honor ni recompensa, sino sólo por su interés salvador. De hecho, hay que decir que el cristianismo liga las ideas de sacrificio y dádiva: el sacrificio sólo se completa con la dádiva personal, y para el bien de los demás. Por ejemplo, es interesante el final de la segunda película, cuando Batman le dice al oficial Gordon que lo acusen a él de las muertes causadas por Harvy Dent, a fin de que la ciudad siga teniendo esperanza. Se hizo cargo de la maldad de otro, lo mismo que hace Cristo. El punto más álgido de este concepto se muestra en la recientemente estrenada “El caballero de la noche asciende”, en que Batman, para poder librar a ciudad Gótica de la destrucción total, se lleva la bomba y aparentemente se inmola con ella, tal como Cristo se habría inmolado en la cruz por la salvación de la humanidad.

Un cuarto concepto es el de ascensión. Luego de que Gótica es librada de la destrucción, se declara la muerte de Batman, y es transformado en el salvador de la ciudad. ¿Acaso no sucedió de manera similar con la ascensión de Jesús? Luego, y aun más sugerente, es el término de la película, que nos muestra a Bruce Wayne vivo, y nunca se explica cómo quedó vivo luego del estallido nuclear. Este tópico, sin embargo, es para la reflexión de los cinéfilos, no para mí.

Conclusiones abiertas

No es difícil observar que el Batman de Nolan cumple con todos los patrones regulares del pensamiento mesiánico. Ahora bien, nadie puede asegurar que Nolan lo haya hecho a propósito. Sea como sea, este repaso es suficiente para pensar que en esta saga está operando de manera implícita la típica lógica occidental-cristiana. Para superar el mal, es necesario un justo; ese justo viene a luchar por la salvación; para lograrlo, se sacrifica; luego, asciende. 

En segundo lugar, la crítica a Gótica que hacen los tres grandes antagonistas no es sino una crítica a Occidente. Mi memoria no me falla al recordar que los tres lo dicen explícitamente en algunas escenas de la película, porque la corrupción de Gótica representa la corrupción de todo occidente. Por eso es que el film apunta mucho más allá de un superhéroe que golpea gente mala; se trata de una crítica a la moral social y política.

Por último, consideremos que EEUU es un país fundado en los principios cristianos-protestantes, y por lo tanto su cultura está tan influenciada por el cristianismo como lo está influenciada Latinoamérica por la cultura católico-romana. Por ello es que no deberíamos escandalizarnos con encontrar este tipo de significaciones implícitas al interior del cine Hollywoodense. 

Les cedo la palabra, hagan sus interpretaciones.

sábado, 7 de julio de 2012

Cristianismo o Espiritusantianismo: ¿la piedra angular nuevamente desechada?

La piedra es un símbolo muy importante en la Biblia. Sobre piedra Dios escribió los mandamientos. El joven David derribó a un gigante con una. Y obviamente, la piedra o roca más importante es Jesús, como diría el apóstol Pablo. Él es la piedra angular del edificio que es la fe cristiana, y de eso no debería haber duda alguna. Pero aunque parezca contradictorio, considero que a algunas iglesias cristianas se les ha olvidado que son “cristianas”, y si aun se consideran como tales, entonces han olvidado lo que significa el cristianismo. Como siempre, no pretendo generalizar, sino sólo hacer un examen de mentalidad que sirva como esquema conceptual.

En el siglo XIX se produjeron grandes movimientos evangelísticos que predicaron gran parte de las latitudes planetarias.  De estos movimientos se levantó lo que hoy conocemos como “pentecostalismo”, una facción que enfatizó fuertemente la manifestación del Espíritu Santo. Un lector que no sea evangélico o pentecostal difícilmente entendería este concepto, sin embargo los que sepan algo del tema sabrán a lo que me refiero. Estos primeros pentecostales, a pesar de recalcar la obra del Espíritu Santo, fueron influenciados por corrientes doctrinales claras con respecto a Cristo, su deidad, soberanía y Gracia. Es por esta razón que lograron mantener cierto equilibrio en sus enseñanzas. En el caso de Chile, el discurso del fundador del pentecostalismo era bastante enfático en la persona de Cristo; si bien creía en la obra del Espíritu –por algo era pentecostal- siempre recalcó en primer lugar a la persona del Salvador.

Sin embargo, he experimentado cierto quiebre con esta noción del pentecostalismo porque he vivido desde mi nacimiento en el ambiente pentecostal y he escuchado muchos sermones sobre el Espíritu Santo, pero extraño profundamente en mi memoria alguna predica dedicada a la importancia de la Crucifixión, Resurrección o siquiera la Deidad de Cristo que no estuviese enmarcada en Semana Santa. Esta evidencia experiencial –no sólo mía, sino compartida por muchos amigos de distintas congregaciones pentecostales- me ha motivado a profundizar en este problema.

Es evidente, sobre todo para los jóvenes de mi generación, que el pentecostalismo no es el mismo de antes; digo, no es el mismo del que nos hablaban nuestros abuelos. Quizá esta es una de las razones por las cuales este mismo escrito sea criticado: muchos pentecostales aún conservan en sus mentes el concepto antiguo, y por lo tanto conciben que una nota como ésta es inútil. Pero creo imprescindible dejar esa visión antigua como una evidencia de lo que era en el pasado, y hacer el ejercicio de ver lo que somos hoy. Por ello, un pentecostal medianamente reflexivo se dará cuenta que el pentecostalismo actual no es el mismo que nos enseñaron.

Tanto el pentecostalismo actual como sus derivaciones –lo que los cientistas sociales han denominado “neopentecostalismo”- comparten un rasgo muy marcado heredado del primer pentecostalismo: el énfasis en la obra milagrosa del Espíritu Santo. De ninguna forma pienso que sea malo tal énfasis. El problema es que no conservaron el vivo deseo de exaltar a Cristo. En estos días mucha juventud de estas congregaciones dice “soy salvado” pero no tienen noción alguna –y a veces nisiquiera interés- en saber lo que eso significa porque están más interesados en profundizar las maravillas que el Espíritu Santo hace. El “ser salvado” se convierte en una etiqueta de presentación útil para decir luego: “soy cristiano”, y luego de ese paso cortito se le instruye al sujeto a buscar ardientemente el fuego del Espíritu. Pero, ¿qué es ser salvado? ¿Qué es la salvación? ¿Por qué puedo ser salvo? Son preguntas olvidadas en pos del “poder de Dios”.

Nuestros antecesores tenían claro entendimiento de las prioridades de la fe. Hoy lamentablemente no es así. El énfasis exacerbado de lo “espiritual”, ha provocado que Cristo quede al margen, para ser festejado en la Navidad, la Santa Cena y la Semana Santa. El resto es espíritu y jolgorio. Además, esto ha producido una generación de juventudes cristianas con emociones saciadas hasta el extremo, pero que carece de un entendimiento claro de su fe. Cristo es el amigo joven que nos ayuda, nos bendice, y que también, por si acaso, nos ha salvado.

A este respecto, me interesa mucho citar a un autor del siglo XX que explicó esto de manera magistral. El pastor Francis Schaeffer planteó la existencia de un viejo pentecostalismo y uno nuevo. Quiero citar sus propias palabras sin temor a la extensión: “el antiguo pentecostalismo daba un énfasis tremendamente vigoroso al contenido de la Escritura y esto fue lo que constituyó una fuente dinámica para la evangelización… Eran gentes que creían realmente en el Evangelio; que tenían una alta estima por la doctrina”. Luego, y con un notorio pesar, señala: “pero el nuevo pentecostalismo pone todo su énfasis en los signos externos, en lugar de prestar atención al contenido, y convierte estas señales externas en la prueba, el test de la comunión y la aceptación de la iglesia… con tal que uno tenga señales, basta para ser aceptado…” (*).

Luego de esta aproximación, me permito señalar mi postulado. Considero que el pentecostalismo/neopentecostalismo posmoderno  no es un cristianismo. Es una lamentable desviación de éste. Quiero volver a señalar que creo firmemente en la obra del Espíritu Santo, que creo firmemente en los milagros, que creo en la profundidad de la vida espiritual; pero niego rotundamente que eso constituya el eje de mi fe en Dios. Con pesar observamos cómo el evangelio de Cristo es denigrado por aquellos incrédulos que ven los discursos de los neo y pentecostales. Somos el asmerreir no debido a la locura del evangelio, sino debido a nuestra propia locura.

El concepto de  los antiguos pentecostales sobre los milagros del Espíritu Santo se enfocaba en las sanidades corporales, en la provisión de alimento a los pobres o en la profundización de la vida espiritual. Todo esto emanaba de la idea de Cristo como compañero, como Dios de Amor. En cambio el (neo)pentecostalismo de hoy también habla de milagros, pero ya no con este tipo de significado, sino con uno mucho más ligado a la cultura posmoderna.

Es vergonzoso notar cómo los predicadores de hoy se esmeran en ofrecer a la iglesia y a la sociedad un mensaje de bienestar tan horrorosamente ligado a nuestra cultura del consumismo y el individualismo; cómo Dios se ha transformado en un supermercado o una farmacia. Dios es un Mall lleno de hermosas variedades para sus hijos. Dios quiere hacer milagros con nosotros regalándonos un buen 4X4, una casa en el barrio alto, dándonos buenos trabajos; un Dios de la utilidad material: o el Dios empresario.

El Espiritusantianismo ha llegado a un extremo en el que es imposible concebirlo como un cristianismo. Lo único que le queda de él es el uso de la Biblia, La realización de la Santa Cena, tal vez la Semana Santa o la Navidad. Pero estos son sólo rasgos externos; internos casi no los tiene. Un antiguo pentecostal que visitara las iglesias de hoy probablemente se decepcionaría. Willis Hoover no pensaba así. Tampoco los fundadores a nivel mundial.

En este tiempo no se puede hablar de pentecostalismo como se hacía antes. Cuando yo hablo de “pentecostalismo” bajo mi contexto actual, no puedo pensar en lo que eran los antiguos. Este pentecostalismo viciado de hoy es el que debe ser cambiado, no el concepto fundamental. El pentecostalismo original de la Biblia es una realidad, es el nuestro el que está errado.

El cristianismo es un hecho histórico. Trata de un personaje que se presentó ante la humanidad de sus días con un mensaje que prometía tres cosas: Reino de Dios, Perdón y Salvación. Estas eran sus ideas más recurrentes. Jesús de Nazaret. Sin el nacimiento virginal, sin la resurrección y sin la deidad de Cristo no habría salvación. Es prudente volver al inicio, al rudimiento: volver a entender lo que significa Cristo. En palabras de Schaeffer: “no vamos a decir que la fe cristiana ha de carecer de experiencia y emoción. Ambas cosas son necesarias. Pero ni la experiencia ni la emoción han sido jamás las bases de la fe cristiana. La base para nuestra fe la constituye el hecho de que ciertas cosas son verdad”.

Es tiempo de pedir perdón por olvidar que todo lo que somos, lo que creemos y lo que anhelamos para nuestras almas se debe a la presencia eterna de la piedra angular que hace mucho tiempo otros desecharon, y que los que construimos a partir de ella –ya sea por ignorancia o inocencia- también hemos estado a punto de desechar.

(*) el texto completo de Schaeffer titulado "los caminos de la juventud, hoy: la nueva superpespiritualidad" se puede descargar desde el siguiente link: http://all-shares.com/folder/25872423/francis-schaeffer-los-caminos-de-la-juventud-hoy

martes, 26 de junio de 2012

Cristianismo y cultura: la vigencia del discurso contra la indiferencia cien años después.


Este escrito es una reseña a un texto clásico del protestantismo, y lo hago en el marco de los cien años de historia que tiene. Va dirigido a todos aquellos amigos y lectores preocupados por la Iglesia del Presente en Chile.

Hace unos tres años solicité el envío gratuito de material reformado a una institución española. Entre los libros venía la Institución de la Religión Cristiana de Juan Calvino, otros dos libros voluminosos, y un pequeño folleto de 22 páginas escrito por el pastor presbiteriano J. Gresham Machen titulado “Cristianismo y cultura”. Al principio lo miré en menos porque era una revistita al lado de los inmensos volúmenes de Calvino.

Sin embargo, éste ha sido uno de los textos que más ha influido en mi cosmovisión. Había ingresado a la universidad hace un año, y me vi enfrentado al conflicto entre razón y fe. Venía de un contexto en el que la lectura y el razonamiento eran despreciados debido a que se pensaba que el intelecto es antagonista de la creencia. Entonces, entré a una carrera donde lo que más había que hacer era leer y razonar críticamente. Me pregunté qué sucedería: pensé que debía escoger entre mi fe pentecostal, o la razón crítica promovida por la universidad.

Entonces tomé el texto. Estéticamente el cuadernillo es atractivo, y su titulo lo es igualmente. Pero su tamaño me desconcertaba. Pensé que era muy pequeño como para resolver un dilema tan grande. Sin embargo, no contaba con nada más que eso para informarme sobre el problema, así que decidí leerlo. Después de la Biblia, este texto fue como un bálsamo a mi intelecto quebrantado.

Fue una sorpresa enterarme de que ni siquiera se trataba de un texto académico; era un discurso. El Dr. Machen, no obstante, hizo un trabajo de alta especificidad, exponiendo ideas que me fueron totalmente nuevas. Él concibe que La Iglesia cristiana está en conflicto con la ciencia o cultura; hay que recordar que escribe en 1912, época en que se veía un auge del cientificismo y el positivismo; todo debía comprobarse, incluso la existencia de Dios. Se hablaba incesantemente sobre lasecularización de occidente, es decir, que en algún momento del desarrollo científico todo iba a ser razonable, y ya no se necesitaría más a la religión: se esperaba su desaparición. Otros, como John Stuart Mill, optaron por pensar que la religión existía solamente debido a que brindaba una utilidad: a través de ella se propagaban los valores. Pero también concebía su pronta desaparición: finalmente sólo nos quedaríamos con su ética, y prescindiríamos de su teología.

El panorama no era mejor dentro de los círculos cristianos. Se observaba la proliferación de teólogos liberales, dentro del protestantismo, que negaban la divinidad de Jesús, el nacimiento virginal, y aún la resurrección… y seguían siendo “cristianos”. A su vez, aumentaba notoriamente el movimiento evangelístico mundial, que entre el siglo XIX Y XX revolucionó los ambientes espirituales.

El Pastor Machen notó que la cristiandad estaba dividida. Por una parte, estaban aquellos que adaptaron la fe al cientificismo moderno, es decir, que aplicaron la razón crítica a los textos bíblicos y redujeron el cristianismo a una mera ética. No se refiere a estos con mayor detalle. Sin embargo, había una rama de tendencia académica que se dedicaba al estudio profundo de los textos bíblicos y la historia, mientras que por otro lado, estaban los de tendencia práctica que insistían en la evangelización mundial sin importar lo intelectual. El conflicto que él observa se da fundamentalmente entre estas dos ramas.

 ¿Por qué no consideró la otra de los liberales? Porque no podía llamar cristianos a quienes negaban la divinidad de la historia de la salvación en Cristo. Él sabía que si los dos polos mencionados llegaban a un acuerdo, la Iglesia confesional podría dar una respuesta a la cultura científica atea. Debía haber una propuesta conjunta entre los que enfatizaban la evangelización, y los que enfatizaban el estudio teológico-bíblico. Los primeros se veían a sí mismos en un conflicto con el mundo, y pensaban que el único deber de la iglesia era evangelizar y salvar la mayor cantidad de personas que fuera posible. Los otros, buscaban explicaciones confesionales para responder a una cultura atea. El pastor Machen consideraba una posible relación entre estas dos facciones porque el punto común de ambas es que eran confesionales, mantenían la fe en Jesús como Cristo, Dios verdadero.

Machen pensaba que si este problema interno no se solucionaba, iba a ser imposible que la Iglesia pudiese dar una respuesta satisfactoria al mundo. Incluso, se puede deducir que Machen atribuye ese problema entre Iglesia y Cultura precisamente porque La Iglesia no había reflexionado sobre eso hasta antes del cientificismo moderno. Esto se evidencia precisamente en la existencia de las dos corrientes antagónicas mencionadas. Una iglesia dividida no iba a lograr nada. Por lo tanto, él estaba intentando proponer un modelo desde una contingencia crítica.

La Iglesia, según Machen, tiene tres formas de afrontar su problema con la cultura. La primera es que el cristianismo se subordine a ella. En el contexto en que escribe, subordinarse a la cultura significa quitar los elementos sobre-naturales de la fe cristiana, es decir, ajustarla al paradigma moderno de lo comprobable. Precisamente en este punto se hallaban los teólogos liberales. La segunda forma es que el cristianismo sea indiferente o contrario a la cultura. En esta faceta se hallaban los del lado práctico, que no estaban interesados en tratar de luchar por una cosmovisión integral cristiana –y que negaban la razón y todo acto intelectual- sino únicamente en evangelizar personas. Y la tercera solución es aquella por la que Machen aboga. Es llamada consagración, que planteaba la idea de consagrar la cultura al Reino de Dios.

Es entonces que esboza la siguiente afirmación: “el cristianismo tiene que saturar, no tan solo todas las naciones, sino también todo el pensamiento humano”. Por lo tanto, no debe sólo dedicarse a la evangelización, sino también al pensamiento. Ambas cosas no son opuestas. Y es a partir de este razonamiento que concluye: “El Reino de Dios debe ser promovido; no sólo en ganar a todo hombre para Cristo, sino ganar al hombre entero”. Este punto es crucial porque pone en contacto a ambas corrientes de la Iglesia. Por lo tanto, la respuesta satisfactoria de la Iglesia a la Cultura consiste precisamente en que haya un reconocimiento de ambos polos en la legitimidad de uno y otro. Que los prácticos reconozcan la labor de los académicos, y que los académicos respeten el empuje de los prácticos. Así, unos llevan en el Reino de Dios en el frente de las personas, y otros en el frente de las academias. Ambos están desarrollando labores loables.

Establece sólo un requisito: haber recibido la poderosa experiencia de la regeneración. Tanto el erudito como el evangelista deben ser conocedores de Cristo. Esto implica que la aceptación de que “El cristianismo es la proclamación de un hecho histórico: que Jesucristo resucitó de los muertos”. Solo un regenerado puede afirmar –y creer- eso en una cultura moderna cientificista y atea.

En el 2012 estamos frente un problema similar. Las cosas no han cambiado del todo, pero Machen inspirado por Dios nos ofrecía una respuesta. A los chilenos especialmente, este ensayo nos sería de gran utilidad. El pentecostalismo chileno se ha caracterizado por heredar una mentalidad centenaria; en gran parte ha conservado las ideas de su fundador, Willis Hoover. Él dirigió el avivamiento apenas 3 años antes de que Gresham Machen diera este discurso, y fue parte de este enorme conflicto cultural, y también tuvo las mismas interrogantes según se observa en algunos de sus escritos. Muchas iglesias provenientes o influidas por el avivamiento de 1909 son portadoras de esa mentalidad Hooveriana enmarcada en un conflicto de 100 años atrás, pero ya no podemos ser indiferentes por más tiempo al problema que se nos pone en frente. La respuesta de un contemporáneo a Hoover nos será muy satisfactoria para iniciar una ardua reflexión sobre nuestra cultura posmoderna ahora, cien años después.

Luis Aranguiz Kahn.
Link para descargar "cristianismo y cultura":
http://www.iglesiareformada.com/Machen_cristianismo_y_cultura.pdf

miércoles, 6 de junio de 2012

"Te pondrá Jehová por cabeza y no por cola" (pero hacen falta también las colas)


En nuestra finquita tenemos cinco perros, todos con cola, ¡A Dios gracias! Con sus colas ellos nos expresan su alegría y su amor. Para los perros, la cola es como una segunda lengua para expresarse.

No soy biólogo ni tengo la menor idea de la función del rabo en los animales, pero no quiero que nadie me los quite. ¿Quién puede imaginar un mundo en que ningún animal tenga cola?  ¡Que nuestro buen Dios no lo permita! ¿Cómo nos hablarían nuestros perros si no tuvieran cola? Y aun peor, ¿cómo sería si los animales fuesen toda cabeza, sin más cuerpo que eso?

Por supuesto, los humanos no llevamos cola; nuestro texto es una analogía del mundo animal. Una versión antropomórfica del texto podría ser, "Te pondré Jehová por cabeza y no por dedo gordo del pie izquierdo". Y de nuevo el problema. ¿Cómo sería una sociedad, o una iglesia, en qué todos son cabeza y no existen los demás órganos y miembros, incluso el dedo gordo del pie izquierdo?  ¿Podría ser eso la voluntad de Dios?

El texto arriba citado, tomado fuera de contexto por los predicadores de la prosperidad, parece ser la cita de un dicho popular. El pasaje aparece al final de la lista de condiciones y bendiciones del pacto (Dt. 28:1-14), antes de expresar, con mucho más detalle, las consecuencias de la desobediencia (28:15-68). El versículo entero reza: "Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová" (Dt 28.13).

Uno de los vicios de nuestra mentalidad moderna es nuestro individualismo egocéntrico, que ve la sociedad sólo como un conglomerado matemático de individuos atómicamente aislados. Ese individualismo es un fenómeno moderno relativamente reciente. En el pensamiento bíblico no se concebía al individuo fuera de la comunidad, ni una comunidad despersonalizada y despersonalizadora. Por eso todo este texto se dirige al pueblo como pueblo (Dt. 27:11), y lo individual (partos, lactancia, cosechas, etc) aparece como aspectos de la vida comunitaria, en una relación integral de persona y comunidad.

En el contexto de este versículo, es obvio que se refiere a la nación, personificada como un "tú", y no a individuos puestos encima de otros individuos. La frase anterior, "prestarás a muchas naciones y tú no pedirás prestado" (28:12), en el contexto antiguo no se refiere a las finanzas personales sino a la economía nacional: serás una nación acreedora y no deudora. (Las mismas frases en 28:43-44 se aplican específicamente al extranjero). En el mismo sentido, en el terreno internacional Israel será como cabeza, arriba y no abajo. Lo mismo se aplica a la promesa en 28:7, que Dios derrotará a los enemigos de su pueblo, texto que no debe aplicarse a los enemigos personales, como hacen algunos predicadores.  Por eso dice el pasaje, "te confirmará Jehová por pueblo santo suyo" (v.9) y "verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán" (v.10).

Si este versículo se aplicara a individuos y no a Israel como nación, produciría un escenario realmente ridículo, en que todos son cabezas (o si no son cabeza, es por su pecado o falta de fe). Un ejército de puros comandantes sin soldados rasos; un pueblo de puros caciques sin indios, como dice el refrán. La verdad es que en la iglesia sobran "cabezas" y hacen falta más y mejores "colas".

Con la interpretación individualista de este texto salen otras preguntas: ¿cabeza de qué? Aquí cabe el refrán "mejor cabeza de ratón que cola de león", pero también, mejor ser una buena cola que una mala cabeza (como las hay tantas). Y también, si voy a estar encima, entonces ¿encima de quién? Hace poco un predicador puso a todos a repetir juntos, "Fui hecho para estar arriba". ¡Cómo los valores paganos de nuestra sociedad infiltran a la iglesia! ¡La competencia es la ley de la vida! Si estoy yo arriba, no importa que otros tengan que estar abajo.  ¿Es eso la voluntad de Dios para ellos?

Esta promesa, que en su época se dirigía al pueblo teocrático de Israel, tampoco debe aplicarse hoy a ninguna nación moderna. Hace poco escuché por radio una canción que decía, "Bendice a Costa Rica y sus siete provincias, bendice a sus pescadores y agricultores, porque Dios te ha escogido... Oye las promesas que Dios te ha hecho, te pondré encima de todas las naciones". ¡Costa Rica es el nuevo Israel, el pueblo escogido de Dios! ¿Y qué de Nicaragua y las demás naciones?  Ya la historia ha demostrado los resultados funestos de naciones  mesiánicas que creen tener un destino manifiesto de salvar al mundo.

Un último comentario sobre Deut 28:13. Esta promesa, como muestra el versículo siguiente, traía una condición crucial: no "ir tras dioses ajenos y servirlos" (28:14). La promesa es premio por la fidelidad al único Dios y el rechazo de toda tentación idólatra. Por eso dijo Jesús, "No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mt 6:24; Lc 16:13) y San Pablo condenó "la avaricia, la cual es idolatría" (Col 3:5). Estos predicadores, en vez de estar fomentando la avaricia, deben de amonestar al pueblo contra las muchas idolatrías de nuestra sociedad contemporánea.

La mala interpretación con que estos predicadores manipulan un texto fuera de contexto va contra la enseñanza central de la Biblia, especialmente la de Jesús. El modelo social del pueblo hebreo, como muestra el año sabático y el Jubileo, era la igualdad (ver tres artículos anteriores, 11.18.08, 4.6.08; cf. 8.5.09). En el reino de Dios, todos somos reyes; nadie más rey que otro, nadie menos rey. Jesús mismo vino como un siervo (Lc 22:25-27; Jn 13), no para estar encima de nadie. Por eso dijo Jesús que los primeros serán postreros y los postreros primeros (Mt 19:30; 20:16; Mr 10:31; Lc 13.30). Según Jesús, a quien acepta ser cola, Dios lo tendrá por cabeza. ¡Cuanto más pequeño, tanto más grande! Para ser cabeza, hay que ser siervo de todos.

Un texto de San Pablo aplica una analogía fisiológica muy parecida al adagio de Deut 28:13, pero con un enfoque muy distinto:

Además, el cuerpo no es un solo miembro sino muchos.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijera la oreja: Porque no soy ojo,  no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído?
Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
Más Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso...
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito,
ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
y a aquellos que nos parecen menos dignos,
a éstos vestimos más dignamente;
y los que en nosotros son menos decorosos,
se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad;
pero Dios ordenó el cuerpo, dándole más honor al que le faltaba...
                                                  (1 Cor 12:14-24)

¡Más claro no canta el' gallo!

Publicado en:
http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/349/Default.aspx



José Luis Sepúlveda Barriga

Cristiano Pentecostal


LUIS JOSE

"Bienaventurados los conformes y sumisos, porque ellos no tendrán problemas"


¡Jesús fue (y es) todo un ejemplo de indignación! Jesús mismos nos llama a unirnos solidariamente con los indignados de nuestro siglo. Lejos de ser un modelo de tranquilo conformismo, Jesús nos da un ejemplo de la más radical criticidad, incluso contra las autoridades religiosas y políticas de su nación.

Esto lo ejemplificó Jesús en toda su vida. Sin duda él amaba a los fariseos y saduceos, pero no fue "amable" (en el sentido moderno burgués) con ellos. De hecho, los insultaba una y otra vez.  Según los evangelios, Jesús les dijo a los judíos, "Ustedes son hijos de su padre el diablo" (Jn 8:31,44); son "generación de víboras" y convierten la gente en "hijos del infierno" (Mt 23:15). Al rey Herodes le llamó "aquella zorra" (Lc 13:32) y a los escribas y fariseos, ¡con cuántos insultos los agredía! En un solo discurso mateano (Mat 23; cf. 6:1-3; cf, Lc 11:39-52), Jesús los tilda de vanidosos y pretenciosos, hipócritas (repetido siete veces, para mayor énfasis), devoradores de casas de viudas, insensatos, necios,  guías ciegos, sepulcros blanqueados, serpientes y generación de víboras. Aun a su discípulo Pedro Cristo lo llamó "Satanás" (Mt 16:23; Mr 8:33; o agente de Satanás, que también era insulto).

Podemos notar aquí también que el Jesús se enojaba ante la injusticia, la falsedad y el pecado. Nunca se enojó por interés propio, por lo que le afectaba en lo personal. Ante el juicio totalmente injusto con que lo condenaron, no abrió su boca. Pero cuando sanó a un enfermo y los fariseos, indiferentes al sufrimiento humano, se dedicaban a ponerle trampas legalistas, vemos a Jesús "mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones" (Mr 3:5). Y a los mismos discípulos, cuando impedían a los niños venir a él, "se indignó" (Gr aganaktew, enojarse). A veces el pecado no consiste en enojarse sino precisamente en lo contrario, en no enojarse. Un Jesús incapaz de enojarse ante la injusticia no sería nada convincente, ni sería Hijo de Dios.

Hay una paradoja muy significativa en las relaciones humanas de Jesús. Se pronunció a favor de los pobres ("Bienaventurados ustedes los pobres") pero era hostil contra los ricos ("Ay de ustedes ricos", Lc 6:20,24; cf. Mt 19:23-26; Mr 12:41; Lc 16:19; 18:23; 19:8-9). Para "los despreciados" (publicanos, adúlteras, rameras, pobres) Jesús tenía sólo palabras compasivas, de comprensión y perdón, mientras a "los de mayor estatus social" (ricos, fariseos, sacerdotes, escribas), cuesta mucho encontrar palabras que no sean severas y, reconozcámoslo, a menudo insultantes. Ni al gran maestro Nicodemo le mostró deferencia alguna. Una paradoja similar marca la figura de Jesús como Príncipe de Paz, pero que no había venido a traer paz a la tierra sino espada (Mt 10:34):

Aunque Jesús critica a la iglesia de Éfeso por haber perdido "el primer amor", en seguida (¡qué paradoja!) les felicita por "aborrecer las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco" (Ap 2:4,6). En efecto les dice, "Ustedes han perdido el primer amor, y por eso son una iglesia caída e infiel, pero por lo menos una cosa buena tienen, que aborrecen...conmigo, como yo aborrezco". (Nunca dice que aborrece a los nicolaítas mismos, sino a la doctrina y las obras de ellos). El Jesús de las cartas a las siete iglesias, y del Apocalipsis en general, es un Jesús indignado con la indignación de su amor.

Nota Completa:
http://juanstam.com/dnn/Blogs/tabid/110/EntryID/356/Default.aspx

José Luis Sepúlveda Barriga
Cristiano Pentecostal


LUIS JOSE