El espíritu humano es capaz de resistir una enorme cantidad de aflicciones, incluso el encontrarse ante la perspectiva de la muerte, si las circunstancias tienen sentido. Muchos mártires, prisioneros políticos y héroes de la guerra han ido a sus tumbas con gusto y llenos de confianza, Comprendieron el sacrificio que estaban haciendo y aceptaron lo que eso significaba en sus vidas. Su actitud parece ser la de pensar: "La causa por la que estoy arriesgando mi vida está más que justificada".
En contraste, los cristianos que se sienten confundidos y desilusionados con Dios, no tienen ese consuelo. Es la ausencia de significado lo que hace que su situación sea intolerable. Al encontrarse en esa condición, su depresión causada por una enfermedad inesperada o la trágica muerte de un ser querido, realmente puede ser más intensa que la experimentada por el incrédulo que ni esperaba ni recibió nada.
No es raro el escuchar a un cristiano, que se siente confundido, expresar enorme inquietud, ira o incluso blasfemias. Este individuo confuso es como una niñita a la que su padre divorciado le ha dicho que va a ir a verla. Cuando su padre no lo hace, ella sufre mucho más que si él nunca se lo hubiera dicho.
La palabra clave, en relación con esto, es expectativas. Son ellas las que preparan el camino para que suframos una desilusión. No existe una angustia mayor que la que una persona experimenta cuando ha edificado todo su estilo de vida sobre cierto concepto teológico, y que luego éste se derrumbe en un momento de tensión y dolor extraordinarios. Una persona en esta situación, se enfrenta con la crisis que ha sacudido su fundamento. El Dios a quien ha amado, adorado y servido, parece estar callado, lejano y despreocupado en su momento de más necesidad.
La causa de la frustración más intensa experimentada por Job, fue el no poder encontrar a Dios. Job lo perdió todo: sus hijos, su riqueza, sus criados, su reputación y sus amigos. Pero esas tragedias, a pesar de ser tan terribles, no fueron la causa de la mayor angustia experimentada por él. En cambio,Job " Se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” (Job 1:20-21).
Luego, Dios permitió a Satanás que afligiera a Job físicamente. Fue herido "con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza" (Job 2:7). Su esposa se enojó y provocó a Job para que maldijera a Dios y se muriera. Job le contestó: "Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos". Y después la Biblia dice que "en todo esto no pecó Job con sus labios" (Job 2:10). ¡Qué increíble hombre de fe! Ni siquiera la muerte podía hacer flaquear su confianza en Dios, mientras proclamaba: "Aunque él me mataré, en él esperaré" (Job 13:15).
Sin embargo, finalmente, Job llegó al punto de la desesperación. Este hombre de imponente fortaleza, que le había hecho frente a la enfermedad, a la muerte y a pérdidas catastróficas, pronto se enfrentó con una circunstancia que amenazó con vencerle. Surgió de su incapacidad para encontrar a Dios.Pasó por un período en el cual la presencia del Todopoderoso estaba oculta de sus ojos. Pero lo más importante de todo fue que Dios no le hablaba. Job expresó su enorme angustia con las siguientes palabras: "... hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido. ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, y entendería lo que me dijera. ¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él me atendería. Allí el justo razonaría con él; y yo escaparía para siempre de mi juez. He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré; si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré" (Job 23:2-9).
¿Debernos suponer que esta incapacidad para encontrar a Dios y hablar con él en ciertos momentos de crisis personal, fue algo exclusivo de Job? No, creo que ocurre en muchos otros casos, quizás a la mayoría de nosotros en algún momento de nuestras vidas. La Biblia dice: "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana..." (1 Corintios 10:13)Todos pasamos por experiencias similares.
El rey David debe de haberse sentido como Job cuando le preguntó al Señor con gran pasión: "¿Hasta cuando, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuando esconderás de mí tu rostro?" (Salmo 13:1) Luego, en el Salmo 77, otra vez David expresó la angustia que sentía en su alma: "¿Rechazará el Señor para .siempre, y no mostrará más su favor? ¿Ha cesado para siempre su misericordia?..." (vv. 7-8) En 2 Crónicas 32:31 se nos dice que "Dios lo dejó (a Ezequías), para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón". Hasta Jesús preguntó por qué había sido abandonado por Dios durante sus últimas horas en la cruz, lo cual es un ejemplo de la experiencia que estoy describiendo.
Al parecer, a la mayoría de los creyentes se les permite atravesar por valles emocionales y espirituales, cuyo propósito es probar su fe en el crisol del fuego. ¿Por qué? Porque la fe ocupa el primer lugar en la lista de prioridades de Dios. El dijo que sin ella es imposible agradarle a él (Hebreos 11:6). ¿Y qué cosa es la fe? Es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”(Hebreos 11:1). Esta decisión de creer cuando no se nos ha dado la prueba ni hemos recibido respuestas a nuestras preguntas es fundamental para nuestra relación con el Señor. El jamás hará nada que pueda destruir la necesidad de tener fe. En realidad, él nos guía a través de los tiempos de prueba, específicamente para cultivar esa confianza y dependencia en él (Hebreos 11:6-7).
Sin embargo, una respuesta teológica como ésta, quita el dolor y la frustración que sentimos cuando andamos por un desierto espiritual. Y la mayoría de nosotros no manejamos las dificultades tan bien como Job y David. Cuando la presión está siendo ejercida sobre nosotros y la confusión aumenta, algunos creyentes experimentan una terrible crisis espiritual. "Pierden de vista a Dios". Las dudas surgen para ocultar su presencia, y la desilusión se vuelve desesperación.
La mayor frustración es resultado de que la persona sabe que él creó todo el universo con su palabra, que tiene todo poder y todo entendimiento, y que podría rescatarle, podría sanarle, podría salvarle, pero ¿por qué no lo hace? Esta sensación de haber sido abandonado es una terrible experiencia para alguien cuyo ser está totalmente arraigado en los principios cristianos. Entonces, Satanás viene a hacerle una visita, y le dice al oído: "¡El no está aquí! ¡Estás solo!"
¿Qué es lo que esa persona hace cuando lo que Dios hace no tiene sentido? ¿A quién le confiesa sus pensamientos perturbadores, incluso heréticos? ¿A quién puede ir para que le aconseje? ¿Qué le dice a su familia cuando su fe es sacudida violentamente? ¿A dónde va en búsqueda de nuevos valores y creencias? Mientras trata de encontrar algo más seguro en que confiar, se da cuenta de que no hay otro nombre, no hay otro dios, al que pueda acudir. En Santiago 1:8 se menciona a esta clase de individuo, dice que "el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos". ¡De todas las personas, es la más desdichada y confusa!
Los cristianos que pierden de vista a Dios durante un período de confusión espiritual son como la viña trepadora que ha sido cortada de su fuente de vida. Están privados de alimento y fuerza. Al principio parecen salir adelante, pero la herida oculta es mortal. Comienzan a marchitarse bajo el calor del sol. Suelen dejar de asistir a la iglesia, leer la Biblia y orar.
Algunos pierden el control de sí mismos, y empiezan a hacer cosas que nunca antes habían pensado hacer. Pero no tienen paz en sus corazones. En realidad, algunas de las personas más amargadas e infelices sobre la faz de la tierra son las que se han separado del Dios que ya no comprenden ni confían en él. Jesús habló de esta relación en el capítulo 15 del Evangelio de Juan, versículos 5 y 6, donde dijo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden".
1. Entender que lo que Dios hace tiene sentido aun cuando no lo tenga para nosotros. Dios tiene un plan maravilloso con cada una de las personas.
2. Saber esperar el tiempo de Dios para poder encontrar respuesta, echa fuera toda desesperación y esperar porque sin duda su respuesta vendrá aunque para nosotros parezca atrasada.
3. No permitas que de tu boca sigan saliendo palabras negativas o cuestionamiento en contra de Dios como el hecho de preguntar el ¿Por qué? De las cosas.
Debemos estar preparador ante la adversidad para hacer frente a la barrera de la traición y a no depender demasiado en su propia habilidad para comprender las inexplicables circunstancias en nuestras vidas. Tener una fe firme en Dios no garantiza una vida feliz y libre de problemas. Por el contrario, nuestra fe casi nos garantiza que habremos de sufrir alguna forma de abuso de parte del mundo. Mientras estemos en este mundo, tal vez jamás comprenderemos el propósito de nuestro sufrimiento. Pero sabemos que Dios cumplirá las promesas que nos ha hecho". Esa es, precisamente, la verdad que debemos comprender. Por una parte, se nos advierte que esperemos sufrimientos y dificultades, que pudieran llegar a costarnos incluso nuestras propias vidas. Por otra parte, se nos alienta a que nos regocijemos, seamos agradecidos y tengamos buen ánimo.
Debemos entender que:
1. Dios está presente e involucrado en nuestras vidas aunque parezca que no nos oye o que nos ha abandonado.
2. El tiempo en que Dios actúa es perfecto, aun cuando parezca estar desastrosamente atrasado.
3. Por razones que no se pueden explicar, los seres humanos somos increíblemente valiosos para Dios.
La fe no permanece por mucho tiempo sin ser puesta a prueba. La pregunta es: ¿cómo nos enfrentaremos a la crisis cuando ésta llegue? ¿Nos desesperaremos y saldremos huyendo? ¿Nos tambalearemos sacudidos por la incredulidad? ¿"Maldeciremos a Dios y nos moriremos", podemos continuar enojado con Dios y seguir el camino de la desesperación. La otra es dejar que Dios fuera Dios, y de alguna manera decir: "No sé cuál es el significado de todo esto. No comprendo por qué ha ocurrido. No voy ni siquiera a pedir una explicación. He decidido aceptar el hecho de que tú eres Dios, y yo soy tu siervo, y no al contrario". y dejé todo en las manos del Señor.
En Filipenses 4:11-13, el apóstol Pablo escribió: "He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece".
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia" (Santiago 1:2-3). Pablo repitió este tema en su carta a los Romanos: "Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba esperanza" (Romanos 5:3-4).
Por sobre todas esas cosas la fe debe estar firme, Timoteo 2:3-4: "Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado"
Romanos 8:26: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles".
Esta es la recompensa de los fieles, de aquellos que rompan la barrera de la traición y perseveren hasta el fin. Esta es la corona de justicia que está guardada para todos los que hayan peleado la buena batalla, acabado la carrera y guardado la fe (2 Timoteo 4:7-8).
Por lo tanto, el libro exhorta a que la persona no se desanime por los problemas temporales. Acepte las circunstancias tal y como vengan a su vida. Y que espere que ocurrirán períodos de aflicción, y ha no desalentarse cuando éstos lleguen.
Cuando le llegue el momento de sufrir, acepte el dolor y fortalézcase en él, sabiendo que Dios usará sus dificultades para cumplir Su propósito, y realmente, para su propio bien. El Señor está muy cerca, y él ha prometido que no le dejará ser tentado más de lo que podrá resistir.
Salmo 34:17-19: “Claman los justos, y Jehová oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová.”
Luis José
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